Que no me olviden

 





    Cocinar es lo que yo denomino  un acto de puro interés .  Estoy segura que todos estarán de acuerdo conmigo en  que hay olores y sabores que nos traen el recuerdo de aquellos que  nos regalaron  su tiempo para prepararnos la comida y en  un gesto de infinita generosidad,  alimentarnos.

    Recuerdo aquel día   y mis intenciones al buscar cada uno de los ingredientes de la paella.  Medí cada paso y sabía qué alimento o condimento precedía o seguía al  otro,   Porque cocinar es el arte de mezclar ingredientes,  así como el alquimista prepara  los componentes de sus pócimas  mágicas.  Comencé por  la cebolla, luego pasé  el tomate  por  el rayador, le siguió la carne.  Todos los ingredientes eran  frescos y  mientras más apegados a la tierra  de donde brotaron, mejor.

    El humo aromatizado  que desprendía la coción   impregnó cada rincón de la casa.  No hubo ser vivo que permaneciera  indiferente al aroma.  Llegaron por turnos y todos hicieron la misma pregunta:            ⸮cuándo comemos?  ؟cuánto falta? Falta que suba hasta  el cielo para que mi madre y mi tía al recordarlo imploren  y por un momento les sea permitido bajar a mi lado.  Que sean ellas quienes   me ayuden con el pimentón, el azafrán y el romero. Entonces ese último tramo es mi arma contra la nostalgia y mi estrategía contra el olvido.  Si logro encontrar el punto justo y quién herede la receta, habré asegurado mi eternidad.  Lo mío es un trueque,  puro  amor e interés.  Doy mi tiempo en la cocina  con la única intención de perpetuarme.

    Aspiro a que cuando los míos ya no habiten la casa hagan como José Arcadio Buendía, que regresó a Macondo, a la casa de su madre Úrsula.  Luego de recorrer el mundo,  apareció de repente como un trueno, pasó a lo  largo de cada pasillo y habitación de la casa y fue directo a la cocina.  Su madre al verlo se lanzó a su cuello para abrazar a ese hijo que se fue un día y regresó sin avisar.  Estoy segura que José Arcadio continuo atado a su madre y  a su hogar  por el vínculo de la cebolla, el ajo y el pimiento o por aquellos animalitos azucarados que Úrsula preparaba.  Que mi recuerdo dure cien años y más,  que el aroma de la paella embriage a cuantos alcancen a olerlo.  Que si hay guerra, haya paz y aquellos que ya no me  quieran o estén a punto de olvidarme,  permanezcan atados a mí en una cadena infinita de granos de arroz.



Comments

  1. Genial!!! Cuanta razón tienes y que bien lo expresas ,

    ReplyDelete

Post a Comment

Popular posts from this blog