Todo en noviembre
El pasado 11 de noviembre nos levantamos con la noticia de que la casa del arquitecto alemán, Henry Klumb se había quemado, reduciendo a cenizas una estructura típica de lo que, en términos arquitectónicos, se llegó a conocer en Puerto Rico como Modernidad Tropical. La arquitectura de Klumb era siempre una ventana a la naturaleza. En su obra siempre había un nexo entre el interior y el exterior. De todos los proyectos residenciales que diseñó, su casa fue la más espectacular. Esta residencia estaba bajo el cuidado de la Escuela de Arquitectura de la UPR y supuestamente allí se impartían clases y se realizaban actividades. Sin embargo, desde el 2015 esta valiosa propiedad, ubicada en siete cuerdas de terreno, en la carretera vieja de Rio Piedras a Carolina, mostraba claros signos de descuido y déjadez.
Gran parte de los estudiantes de la UPR conocemos la obra de Klumb. Llevamos en nuestro recuerdo el caminar por los pasillos amplios y protegidos del viento, el agua y el sol, pero abiertos al paisaje. Aun en tiempos de calor, cuando no había aire acondicionado, podíamos sentir la brisa gracias a los ventanales de esquina a esquina de cada salón. Comercio, Sociales, la Biblioteca, la Escuela de Leyes y el siempre recordado Centro de Estudiantes, repleto de jóvenes, olores a comida y música son algunos de los edificios diseñados por Klumb , ya que por veinte años fue el arquitecto de la UPR. Allí donde intercabiábamos conocimiento, libros y miradas, predominaba lo que se conoce como la disposición orgánica de los espacios. Si haces un esfuerzo por recordar tus días de estudiante, podrás comprobar que en tus recuerdos siempre está presente la vegetación y sobre todo, la luz.
Esta estructura, catalogada como una importante obra arquitectónica del siglo XX figuraba en el Registro Nacional de Lugares Históricos y Monumentales Mundiales. De acuerdo a la información provista por el portavoz de prensa de la Universidad de Puerto Rico, todo fue pérdida total. Indica que no hubo pérdida monetaria dado que era un patrimonio, la pérdida es cultural.
El 18 de noviembre, siete días después del incendio de la residencia de Klumb, nuevamente amanecemos con la triste noticia de la rotura del segundo cable que sirve para sostener el enorme plato del Observatorio de Arecibo. Ante la posiblidad de que la estructura pueda colapsar, es necasario desmontarla para que no represente un riesgo a empleados o visitantes. El observatorio cierra sus puertas luego de 57 años de operaciones. La ceremonia de apertura fue el 1 de noviembre de 1963. En el 1974 se realizó una tentativa de enviar un mensaje a "otros mundos" con el fin de comprobar si había vida, como la que conocemos, en otros planetas. La respuesta no llegó y aunque llegara, será demasiado tarde porque ya no la recibiremos.
El 19 de noviembre Bad Bunny aparece en los Latin Grammys conduciendo un valioso automóvil deportivo rodeado de hermosas mujeres en motoras y four tracks para cantarnos su último éxito, Bichiyal. No sé mucho del lenguaje que se maneja en estos círculos, pero pienso que quiere decir una Yal muy bicha. Nos saluda el cantante desde la capital del regetón con bandera de Puerto Rico al fondo. No creo que hayamos llegado al lugar donde queríamos estar, pero las casas quemadas, los cables rotos y el olvido de lo que fuimos nos trae al momento presente.
De la Modernidad Tropical hemos pasado a la Modernidad Líquida, donde hemos perdido nuestra perspectiva histórica. Nos encanta lo breve, lo pobre y lo poco. Seguro, seguro que cuando dices soy de Puerto Rico, te contestan: Bad Bunny.
Qué pena! Aunque existe algún atisbo de esperanza, como los jóvenes voluntarios y los trabajadores que ganan poco y hacen mucho, los jóvenes que han tomado el timón de la sociedad y cultura puertorriqueña siguen despreocupados. Los vemos decantarse por influencers y cabezas huecas mientras se quedan en sus casas amuralladas ensimismados en un universo electrónico viviendo experiencias enlatadas. Poco les importa el Arq. Klumb, el radiotelescopio de Arecibo o el desbarajuste que vivimos mientras tengan buena señal de celular e internet. Afortunadamente no son todos; quedan jóvenes idealistas y en ellos le confiaremos nuestra sociedad.
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