El tamaño de la soledad de Janet Viera



    Aquellos que han leído mis escritos habrán observado mi gusto por la literatura del gran Gabriel García Márquez.  Considero que nadie como él para retratar la realidad de nosotros, los latinoaméricanos, aún en los relatos donde el realismo mágico nos pueda parecer claramente imposible.  Cuando García Marquez recibió el Nobel de Literatura, en el año 1982, dirigió un discurso que ponía de manifiesto el destino de la américa latina desde el momento en que las expediciones europeas comenzaron a marcar el territorio.  En su discurso intenta expresar la clara incomprensión de la metropolí  y de la Europa desarrollada,  y cómo esta falta de entendimiento se ha alargado hasta el presente,  creando lo que él magistralmente denomina como el "nudo de la soledad".  En mi humilde opinión, la soledad para García Márquez nace de la incompresión.

    Esta semana nos ha llegado la noticia del suicidio de una joven mujer de 31 años, Janet Viera, quién padecía de sordera desde su infancia.  Entonces nos damos cuenta que para esta población quedan muchos cabos por atar. En realidad ignoro si Janet contaba con un trabajo que le permitiera sustentarse y le ayudase a sentirse útil.  Entiendo que hay leyes que protegen a los sordos, pero mas allá de las leyes, letra muerta para algunos, es importante que el gobierno y la empresa privada hagan un esfuerzo real  por identificar plazas cuyas funciones esenciales puedan realizarlas empleados con algún tipo de discapacidad.  Deben moverse a las escuelas y centros que brindan  servicios a esta población,  para ofrecer ferias de empleo y comunicarles ofertas u oportunidades de trabajo. Es importante poner fin a  la impresión de que  quienes padecen algún tipo de condición, el campo laboral les está vedado. A veces pecamos al pensar que personas como Janet,  quién con toda probabilidad tenía derecho a los Beneficios por Incapacidad ( hasta la palabra resulta excluyente) tienen sus necesidades cubiertas.  El desenlace triste de esta historia nos hace ver que no,  y que probablemente un trabajo digno, una rutina diferente a la que padecía diariamente,  en la cual podemos adivinar toda clase de vejaciones, la hubiese podido salvar.

    Para un sordo su mayor reto es lograr que lo entiendan.  Para ellos la mayor dificultad no radica en sus palabras sino en las palabras del otro.  Cuando vi por primera vez el retrato de Janet, me llamó la atención la tristeza de su mirada.  Para acompañar este escrito, quise poner su foto, busqué varios filtros y me dí cuenta que en todos ellos resaltaba una enorme tristeza reflejada en sus ojos.  Creo adivinar que aún en ese "selfie" ni por un momento el dolor se apartó de su mirada.  La veo hermosa y con esos rasgos  tan carácteristicos de los latinos.  También la veo incomprendida y perdida.  Pienso que cuando tomó la decisión de apartarse de este mundo "el tamaño de su soledad" era inmeso, infinito.


 


Comments

Popular posts from this blog