Día del Planeta Tierra
Soy un ser afortunado, algunos de mis días transcurren entre el cilantrillo y el perejil. Transito por un pasillo con aromas de albahaca y eneldo. Suelo estar acompañada de tomates, limones, ajos y cebollas. A veces, cuando es preciso mezclar especias para acentuar los sabores, me pierdo en la magia de tantos y diferentes aromas que me transportan al pasado, a la Edad Media. En la antiguedad era común que las carnes y pescados permanecieran en salazón para preservarlos hasta el momento de consumirlos. Disfrazar los olores de estos alimentos no era tarea fácil y ya en algunas cocinas selectas había noticia de las especias y sus extraordinarias propiedades culinarias. Razón por la cual navegantes y aventureros se lanzaron al mar en busca de tan preciadas plantas. Aquel tiempo se denominó como la época de la Especiería.
Hagamos un repaso a la cocina de la antiguedad y viajemos a Europa, cuando se comenzaba a conocer la ruta de las especias, que tanta sangre costó. Las especias eran el bien más preciado en la Edad Media y el deseo por obtenerlas lanzó al mar a muchos exploradores. Dar con una ruta a la India, donde se encontraban gran parte de las especias que aderecebaban los alimentos no fue tarea fácil. Sabemos que el descubrimiento de América se debe a una estrategia del almirante Cristóbal Colón para encontrar una ruta más corta y menos peligrosa hacia la India. Pero navegaba equivocado el almirante.
Cuentan que el cocinero personal de la Reina Isabel de España, Toribio de la Vega, insistía en presentar los alimentos unicamente aderezados en salazón, ya que de acuerdo a su criterio, este procedimiento era suficiente para la preparación de las carnes y pescados frescos que llegaban a palacio. Convencer a paladares tan exigentes no fue tarea fácil. Las especias añadían sabor a los desabridos y en ocasiones mal conservados alimentos que formaban parte de la dieta del medievo. Algunos cronistas e historiadores del siglo XIV indican que la comida era poco nutritiva y que las verduras y las plantas arómaticas contribuían a mejorar el sabor y olor de las comidas.
Aquellos árboles y plantas legendarias cambiaron el mundo. Su gran valor propició la creación o la ruina de grandes fortunas. Esas plantas, son las mismas que hoy forman parte del uso diario en nuestras cocinas y cuya cotidaniedad borra la esencia del efecto que tienen en nuestras vidas. Nunca dejes de pasearte entre el cilantrillo y el perejil, agradece siempre los frutos de la tierra , viaja al Oriente con la canela, la nuez moscada y la pimienta. Para mí la felicidad tiene el aroma del anís, la albahaca y el eneldo; por eso yo vivo apegada a la Tierra.
Comments
Post a Comment